martes, septiembre 20, 2005

Cadenas y alambradas que cortan el paso al derecho a la Naturaleza

Efectivamente no hay cordobés que se precie de serlo que no conozca a su adorada sierra, esto es, Sierra Morena. Me atrevo a decir que todos los hijos de este citerior del Betis han realizado, alguna vez, ese rito iniciático por el que somos presentados a la madre naturaleza de forma y manera sabia y que se cumple a través de nuestro arraigado perol – si no que se le pregunten a nuestro querido Tico Medina-. No obstante, el peroleo, por más connotaciones populares y lúdico-sociales que tenga, es sólo una pequeña muestra del potencial ecológico, paisajístico, turístico-recreativo e histórico que colma a nuestra aún ignorada serranía. Y es que no hace falta nada más que echarle un vistazo al catálogo de vías pecuarias que conforman el término municipal de Córdoba, para intuir el valor natural, cultural y etnológico que constituye este patrimonio público; aunque lo de público pierda su significado cuando uno trata de darse una vuelta por alguno de estos cuarenta y nueve corredores verdes de nuestra provincia. Les explico. El otro día, para experimentar la fruición que produce la cópula entre teoría y práctica, decidí internarme por la vereda de las Pedrocheñas, una de nuestras más reputadas rutas ecológicas y que nace en el descansadero que la Cañada Real Soriana tiene en el barrio de Cerro Muriano. Les aseguro que no llevaba ni un cuarto de hora de marcha cuando me encontré con la primeras cadenas y alambradas que no sólo cortaban mi paso sino el de la Ley 3/1995 la cual expresa, entre otras cosas, que estos caminos de uso público pueden constituir un instrumento favorecedor del contacto del hombre con la naturaleza. Y es que quizá, y para que nadie se lleve más chascos, convendría añadirle al texto que aparece en el monolito que luce la fachada de nuestro Ayuntamiento -proveniente del Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso- y en el que se da rango de públicos a todos los “caminos que por estas tierras descienden a la ciudad de Córdoba”, “¡ojo!, cadenas y alambradas”.
Diario CÓRDOBA (31-VIII-05