viernes, julio 21, 2006

SUPERPENSIONES PARALAMENTARIAS


A mí me pasa como al del chiste: que le pidió al genio de la lámpara no ponerse nunca enfermo… y lo hizo autónomo. Aunque esta vez, aún siendo un sufrido trabajador por cuenta propia, inmune a las enfermedades o al menos a pasarlas sin trabajar, creo que me estoy empezando a poner realmente malo, sobre todo al haberme enterado de cómo se están preparando diputados y senadores su jubilación política. Y es que recientemente las Mesas del Congreso y el Senado se aprobaban unos fondos millonarios para que todo aquel que haya dado con sus huesos – sobre todo los del dedo índice por aquello de que aprietan el botón de las votaciones- en un escaño, no olvide, si lo deja antes de tiempo, su condición de parlamentario. Por supuesto, no son rabillos de pasa para la memoria lo que les van a dar, sino una pensión de jubilación, de cotización máxima, para toda la vida. Pero tranquilos… que ahí no queda la cosa. Resulta que para que te toque este sueldecito de sorteo televisivo sólo debes de haber sido padre de la patria durante un mínimo de siete años. Qué les parece. Menudo momio la pensioncita, y menuda sinecura eso de parlamentar en plan profesional y no, como la mayoría de nosotros, en casa o en la barra de un bar. No obstante, eso no es todo: en caso de disolución de las Cortes te cae una indemnización de “transición”. Eso sí, en pago único para que nuestras señorías no tengan que estar mirando la cartilla del banco cada dos por tres como muchos jubilados a los que no les llega la pensión a final de mes. ¡Que agravio comparativo!; aunque nuestros parlamentarios no se han comparado con las pensiones de pobreza españolas sino con las de sus colegas europeos que dicen que cobran más y mejor. Y para colmo van y lo votan por unanimidad: algo tan insólito en la política española como desagraviar a los más desfavorecidos.
Publicado en Diario CÓRDOBA el 19 de julio de 2006