FAMILIA Y LIBERTAD
Nadie mejor que quien en algún momento se ha visto alejado o privado del manto uterino de la familia, para saber cuan trascendental y vital es su abrigo. Este es el caso de varios cientos de reclusos del centro penitenciario de Picassent, que ante la inminente venida del Papa a Valencia, con motivo del V Encuentro Mundial de las Familias (EMF), andan, con la humildad de quien se sabe perdonado, preparando una serie de actividades intramuros, para que el oleaje de esperanza de los actos del EMF refresque la madera de sus almas, que como barcas varadas, se resquebraja por el sol de la justicia y el salitre de la pena. Nadie mejor que quien se ha visto clavado al madero de la marginación y de la injusticia, para, fuera de lecturas partidistas y cientifistas, y por boca de su mensajero, esperar a Aquel que, como ellos, fue reo del Hombre. Un hombre al que los tiempos que corren tratan de convertir en una especie de pollo de granja para el consumo, cuya única familia es el pienso que lo ceba. Tal vez por eso este grupo de presidiarios, hartos hasta la destrucción de recebos de indignidad, andan como niños con zapatos nuevos, esperando, por medio de su mensajero, a Aquel que hizo de la libertad y del amor el alimento de la familia. Por supuesto, hoy en día cojean muchos conceptos de amor y libertad, pero el que esperan los hombres de frente contrita del penal de Picassent es el de aquella libertad que ama al prójimo como a uno mismo, sobre todo teniendo en cuenta que sus carnes han sido víctimas de todo lo contrario. Por eso los hombres de sienes escarmentadas de la prisión de Picassent no dejan que nadie les venda la moto de una familia que no sea la que realmente se añora cuando la vida te la quita. Aunque lo que nadie les quita es la esperanza de Aquel que dijo“donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Esa es su familia.
Diario CÓRDOBA (21-VI-2006)
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