SIN PAPELES
Los españoles siempre hemos sido muy hospitalarios con los inmigrantes. Tal vez porque como decía el ensayista Waldo Emerson la buena hospitalidad es sencilla: “consiste en un poco de fuego, algo de comida, y mucha quietud”. Y es obvio que el fuego gentil de nuestro carácter multicultural, con el alimento de la solidaridad -eucaristía común de nuestros hogares-, y el sosiego de una tierra que siempre ha dotado a sus hijos de dignidad, han hecho de nuestra patria playa donde todas las huellas caben y se renuevan en sus siempre eternas mareas de hospitalidad. No obstante, una reciente encuesta del diario El Mundo parece reflejar cierto repunte de hastío en nuestra vocación de asilo. Según los resultados el 70 por ciento de los españoles cree que en España ya hay demasiados inmigrantes. Y otro 70 por ciento piensa que la amnistía que el pasado año el Gobierno aplicó a casi 600.000 inmigrantes a multiplicado por cinco la llegada a las costas canarias de cayucos con inmigrantes irregulares africanos. Lejos de lecturas partidistas, nunca he dudado de la buena intención legisladora del gobierno Zapatero en materia de inmigración, pero la realidad es que África se desangra con más exacerbación que nunca en nuestras costas provocando más injusticia y subvirtiendo nuestra hospitalidad en pujos de supervivencia, tal como ya viene pasando en Francia. Sino que se lo pregunten a Didier Kalonji, un inmigrante congoleño que tan mal lo ha pasado como sin papeles en territorio galo que anda desengañando del sueño europeo a sus compatriotas con una canción, Sin papeles. El tema está siendo superventas en el Congo como aquí el corral de El Koala; aunque el corral que describe Kalonji siempre está lleno de sin papeles y vacío de toda nuestra justicia y caridad; tanto que puede que estemos perdiendo los papeles… de la hospitalidad.
Diario CÓRDOBA (7-VI-06)