CALIFICACIONES ESCOLARES
Hace pocos días los padres y/o tutores de los alumnos de Primaria y ESO, receptábamos el Informe de Evaluación con los resultados finales de junio. El mismo que instantes antes habían recibido los escolares con la misma curiosidad con que un consejo de redacción de un periódico espera la tirada impresa del día siguiente, esto es con ninguna, ya que para los periodistas los contenidos, antes de ser estampados por la rotativa, les son de sobra conocidos, y para los estudiantes ídem del lienzo. No obstante, para bastantes de los que se encuentran en el último eslabón informativo del boletín de las calificaciones, como pueden ser los progenitores, la indeferencia ante la letra impresa –y digo letra porque ya no hay números- se ha transformado en sorpresa. Y es que muchos no tenían ni idea de si las notas de sus hijos iban a ser malas, buenas o regulares. Dicho de otra manera y siguiendo con el símil periodístico, es lo mismo que si el director de un diario se entera, por ejemplo, de la noticia de portada de su periódico leyéndola en una cafetería. Es obvio que si unos y otro hubieran estado atentos a lo que se cocía en sus cocinas no hubiera habido asombro. Y en el caso de los padres no tendríamos que haber oído la frase de moda de estos días de “cómo es posible que a mi hijo le hayan suspendido –verbigracia- las matemáticas”. Y es que como se colige de un reciente informe elaborado por la Fundación La Caixa, titulado Padres e Hijos en la España actual, sólo cuatro de cada diez padres se ocupan de forma continuada y perseverante del estudio de sus hijos, y como es lógico esta dedicación denodada influye directamente en su rendimiento académico; y, por supuesto, evita las tópicas sorpresas de final de curso que en la mayoría de los casos vienen cargadas de calabazas para toda la familia… papás y mamás incluidos.
Diario CÓRDOBA (6-VII-2006)