martes, septiembre 20, 2005

CRISIS URBANA

¿Se imaginan que tan sólo dentro de 25 años el mundo tuviera 2.000 millones de personas más que ahora, y que para dar alojamiento a este gentío tuviéramos que construir a partir de este momento 96.000 viviendas al día? ¿Y que además este incremento poblacional excediera la capacidad de los servicios de abastecimiento de agua, alcantarillas y otras infraestructuras subsidiarias, forzando a millones de seres humanos a vivir miserablemente en la periferia urbana? Pues tomen buena nota, porque esto es lo que ha revelado hace pocos días el último informe del Programa de Asentamientos Humanos, conocido como ONU-Hábitat, para el año 2030. Es obvio que el estudio desempolva el mito algo friqui de la superpoblación, creado por el economista británico Robert Thomas Malthus – el cual erró grandemente a la alza en el cálculo de la población de su país a varios cuartos de siglo vista - para hacernos caer en la cuenta de una lacra que ya lacera desde hace décadas la dignidad de nuestras ciudades, esto es, los crecientes suburbios urbanos. Por tanto, no es necesario trasponerse al futuro para constatar que nuestra sociedad recluye en lazaretos urbanísticos a aquellos que por falta de políticas económicas eficaces y sostenibles ahogan sus existencias en la marginalidad social de la mano de la precariedad laboral y la falta de estudios, entre otras causas.
Está claro que no es sólo el concepto de urbanización el que se ha de abarcar a la hora de producir ciudades que alberguen a más personas, sino el de un desarrollo basado en la sostenibilidad capaz de proveer de una serie de garantías de calidad de vida a toda la ciudadanía, y desde luego, mantenidas a largo plazo para no tener que dejarle en heredad a las generaciones venideras, además de errores presentes justificados sólo con aciagas estadísticas, buenas intenciones y laxos hechos, una galopante crisis urbana.

Cadenas y alambradas que cortan el paso al derecho a la Naturaleza

Efectivamente no hay cordobés que se precie de serlo que no conozca a su adorada sierra, esto es, Sierra Morena. Me atrevo a decir que todos los hijos de este citerior del Betis han realizado, alguna vez, ese rito iniciático por el que somos presentados a la madre naturaleza de forma y manera sabia y que se cumple a través de nuestro arraigado perol – si no que se le pregunten a nuestro querido Tico Medina-. No obstante, el peroleo, por más connotaciones populares y lúdico-sociales que tenga, es sólo una pequeña muestra del potencial ecológico, paisajístico, turístico-recreativo e histórico que colma a nuestra aún ignorada serranía. Y es que no hace falta nada más que echarle un vistazo al catálogo de vías pecuarias que conforman el término municipal de Córdoba, para intuir el valor natural, cultural y etnológico que constituye este patrimonio público; aunque lo de público pierda su significado cuando uno trata de darse una vuelta por alguno de estos cuarenta y nueve corredores verdes de nuestra provincia. Les explico. El otro día, para experimentar la fruición que produce la cópula entre teoría y práctica, decidí internarme por la vereda de las Pedrocheñas, una de nuestras más reputadas rutas ecológicas y que nace en el descansadero que la Cañada Real Soriana tiene en el barrio de Cerro Muriano. Les aseguro que no llevaba ni un cuarto de hora de marcha cuando me encontré con la primeras cadenas y alambradas que no sólo cortaban mi paso sino el de la Ley 3/1995 la cual expresa, entre otras cosas, que estos caminos de uso público pueden constituir un instrumento favorecedor del contacto del hombre con la naturaleza. Y es que quizá, y para que nadie se lleve más chascos, convendría añadirle al texto que aparece en el monolito que luce la fachada de nuestro Ayuntamiento -proveniente del Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso- y en el que se da rango de públicos a todos los “caminos que por estas tierras descienden a la ciudad de Córdoba”, “¡ojo!, cadenas y alambradas”.
Diario CÓRDOBA (31-VIII-05

Los "blogs": una puerta abierta a la intimidad

Recuerdan a Ana Frank? ¿Aquella adolescente judío-holandesa que escondida de los nazis durante más de dos años en una buhardilla de un edificio de oficinas en Ámsterdam, desangró de su puño y letra en su diario íntimo la elegía de su inocencia? Por supuesto, hubo de pasar demasiado tiempo para que el análisis moral de unos y la pulsión voyeurista de otros investigaran y huronearan, respectivamente, en el calidoscopio del intimismo, el alma rota y escrita de esta niña por la Historia. No obstante, ¿se imaginan que aquel melancólico diario pudiera haber sido leído en tiempo real por todo aquel terrícola que lo hubiera deseado? Es obvio que no es necesario ser un avezado historiógrafo para advertir que de haber sido así, no sólo la historia de Ana sino la de la familia Frank, hubiera estado preñada de tantos futuribles como personas interesadas en ella. Y es que cuando la intimidad pierde sus límites en el alma del prójimo el pan y los peces de la verdad son capaces de alimentar a una multitud.

Sino que se lo pregunten a un tal Dave Sifry, fundador de una empresa que se dedica a rastrear diarios personales en Internet, también llamados blogs, y en cuya última batida ha detectado que los 7,8 millones de bitácoras individuales que había en marzo han aumentado en este mes hasta 14,2 millones. O sea, que cada segundo se crea uno de estos cuadernos virtuales escritos a veces con los tuétanos del espíritu y hasta con talento, y capaces incluso de atraer la mirada perspicaz y selectiva de los máss media. Este fue el caso de Salam Pax, un iraquí que empezó a estrenarse como blogger cuando se gestaba la invasión de su país y acabó convirtiéndose en columnista del prestigioso periódico británico de The Guardian. Y el verdadero milagro de estas weblogs es que están al alcance de cualquiera que se atreva a profanar los límites de su intimidad. Todo un reto para aquellos que quieran sembrar el orbe de verdades como puños.

Diario CÓRDOBA (10-VIII-2005)